Así empiezan las cosas buenas, entre amigos, al Sol. |
Salimos pronto de casa y en cinco horas de coche y amena conversacion entrabamos en el pirenaico pueblo de Benasque, ultimas compras, alquiler de piolets y crampones para el glaciar, comer y al monte. Después de que nos aplicasen el impuesto democrático con el precio del autobús y una vez que este se fue al fin estábamos solos, nosotros y la montaña, fuera de temporada todo es mas tranquilo, se termina la masificacion, podemos disfrutar los paisajes en su estado mas puro y en su idioma, el silencio. En tres horas de marcha llegamos a los ibones de Coronas, donde dormiríamos, unos mas que otros, buscamos un buen sitio de vivac y devoramos la cena, tanto por el hambre que teníamos como por el frio que empezaba a hacer. Nos acostamos y cuando ya entrabamos en calor dentro de nuestros sacos la voz de Kiko me saca de mi sopor, Ser: llueve? !!!!!! Si, contesto alargando una mano fuera y notando que el saco esta totalmente húmedo por un pertinaz orbayu, aderezado con viento del norte que se descuelga directamente del Aneto, auyando y cogiendo velocidad a través del collado de Coronas. Tiritando en medio de la gélida noche buscamos cobijo debajo de una gran piedra que no tenia ni el mas mínimo sitio plano donde acostarnos, así pasamos el resto de la noche, entre piedras. Madrugamos intentando imitar a los grandes alpinistas y desayunamos rápidamente con gana de meternos en faena.
Saliendo del glaciar hacia la cumbre. |
Comenzamos con tanto ímpetu que pronto alcanzamos el collado y el glaciar del Aneto, o lo que queda de el, nos ponemos los crampones y cambiamos bastones por piolets. Avanzamos seguros sintiendo el mordisco del acero sobre la superficie helada, tras el hielo vienen las ultimas rampas rocosas, nos quitamos los crampones y vamos al encuentro de las ultimas dificultades que aquí tienen nombre propio, el paso de Mahoma. Llegamos frente a el, al Este el Sol calentaba las montañas, al Oeste las sombras aun daban paso al día. La niebla y las bajas temperaturas de la noche habían tapizado toda la cara norte de este famoso paso con una fantástica coraza de cristales de hielo. Una vez que analizamos las dificultades y características de este tramo ascendimos sin mas problema que el disfrutar de este trozo de arista que nos depositaria en la cumbre del Aneto.
El paso de Mahoma |
En la cumbre del Aneto, por cierto una ferretería innecesaria. |
Si la montaña no viene a Mahoma .............. |
Después de desayunar y para ir estirando los músculos hicimos la vía ferrata de la Foradada del Toscar, nos fuimos a comer a Broto ya en la entrada del valle de Ordesa y después del café hicimos la vía ferrata del Sorrosal para ya por la tarde pasear tranquilamente por las callejuelas empedradas de Torla y pensar en la ascensión al Monte Perdido.
Al principio organizamos la excursión para dos días, una aproximacion para dormir por encima del refugio de Goriz con la intención de llevar ventaja a los montañeros que pernoctan en él y el segundo día para hacer cumbre y bajar tranquilamente a la vida simple y sencilla. Tras consultar la meteo, que no esta clara para el segundo día, decidimos que el Perdido es cosa de hombres así que subiremos en el día. Reorganizamos la mochila mientras sopesamos los pros y los contras de esta decisión, cantidad de comida, ropa de abrigo, ligereza en el ataque, dureza de la salida. Solo tenemos una cosa clara, estamos aquí dispuestos a dar el cien por cien de nuestras capacidades y la apuesta no va a ser menor. Después de que el agua, la del riego automático de los jardines del parking y no la de la lluvia, nos estropease de nuevo la noche nos levantamos a las cinco de la mañana para desayunar y estar preparados a tiempo de subir al primer autobús hacia la pradera de Ordesa donde iniciaríamos nuestra andadura.
Vistas desde Soaso hacia el Monte Perdido. |
El lago helado y el cilindro de Marmorés |
Como es de rigor en la cumbre fotos y algo de comida para encarar un descenso maratoniano detrás de Basi y de Kiko que consiguieron con ese ritmo dejar el reloj parado en once horas y media de actividad para treinta y dos kilómetros de recorrido y dos mil metros de desnivel positivos y los consiguientes negativos de desnivel, vaya que cuando llegue a la pradera de Ordesa mis piernas no se lo creían. Ahora ya todo tendría que haber sido sencillo pero el día tenia una ultima sorpresa para nosotros, al llegar al río a remojarnos se desata una tormenta tremenda con aparato eléctrico y agua a calderaos, Basi y yo permanecemos atónitos en el coche mientras Kiko como si no fuera con el se lavaba en el río tranquilamente. En vistas de que no tiene pinta de parar para bañarnos y de que la pinta es peor para dormir decidimos meternos tres horas de coche y por fin ducharnos, comer y descansar cómodamente en casa.
Esto fue lo que dieron de si estos cuatro días en los Pirineos, concentrado de actividades y emociones con buenos amigos dando lo mejor de si mismos. Tendremos que preparar la próxima, se nos echa el tiempo encima.
Abrazos compañeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario