Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

    Las aguas del Sena estaban especialmente tranquilas y claras aquel mediodía, la luz sobre Notre Dame era cálida y una suave brisa se encargaba de llevar a todos lados el olor de las flores del mercado del barrio latino. Entonces apareció ella, se paseaba alegre, luminosa y sonriente, con un vaporoso y delicado vestido, a través del cual mostraba sus curvas de mujer. El, la observaba en su deambular entre los puestos de flores, estudio sus formas y descubrió a través de la fina tela que su ombligo era portador de uno de esos adornos que tanto le gustaban. Todo le pareció extrañamente familiar cuando se acerco a ella y le dio una rosa que acepto entre sus pequeñas manos con una agradable sonrisa de complicidad, pensó que la conocía. Pasearon juntos, de la mano unas veces, otras abrazándose, hasta que la tarde se hizo tarde y fue tarde para ambos, los dos lo sabían. Las sombras de los arboles se alargaban en aquel paseo a orillas del río, el silencio de las calles semivacias les dijo que no se habían dicho ni una palabra. El quiso saber su nombre, pero, antes de preguntar ella le dijo en un susurro afrancesado : Déjà Vu. Déjà Vu repitio el en el momento en que unas palomas asustadizas alzaron el vuelo y captaron su atención, ya solo alcanzo a oír entre los aleteos un ultimo susurro : Je ne vais pas t'oublier jamais. Cuando asimilo aquellas palabras y se dio la vuelta ella ya no estaba a su lado pero la oía alejarse taconeando por las callejuelas empedradas de aquel viejo barrio francés a orillas del Sena. El se sonrió, estaba alegre, sabia que la volvería a ver y susurro nuevamente su nombre a modo de despedida : Déjà Vu.


    ¿ Que quizá soñando estoy,
       aunque despierto me veo?
       no sueño, pues toco y creo
       lo que he sido y lo que soy.

      Segismundo tras hablar con el rey.

      " La vida es sueño "  Calderon de la Barca.