A estas alturas de la vida, no quiero decir que me considere mayor pero........ el derroche de la juventud hace ya tiempo que paso, aún siento ese empuje de vitalidad que unos años atras me llevo a vivir mi vida como si fuese la unica de que dispongo, unas veces con mejor fortuna y otras, las que menos, con peor resultado.
El devenir de los años me ha dado mesura, equilibrio, tranquilidad e incluso a veces paciencia y la sabiduria necesaria para entender que un monton de virtudes esperan ser descubiertas en detrimento de mis defectos, que todavia se me antojan demasiados.
Por todo eso y un monton de cosas mas que la vida tiene de buena, intentare seguir manteniendo mi espiritu intacto, joven y libre, con la unica finalidad de preservar esa vitalidad que me permita " vivir para ver y ver para creer "
Bienvenidos

lunes, 22 de julio de 2013

CUEVA DE LA LEZE.



La llanura Alavesa va quedando abajo.
 
     Tras preparar el material nos metemos en faena, la primera dificultad para llegar a la boca de entrada de esta cueva es la gran y constante pendiente que hay que superar para llegar a una característica brecha que da acceso a un fantástico bosque de hayas, este tramo ascendente es con diferencia lo mas duro de toda la actividad, cada paso que damos nos exige varias gotas de sudor, teniendo que realizar varias paradas aprovechando las sombras de los escasos arboles que nos encontramos. Dejamos atrás la orientación Sur y con ella la reseca llanura Alavesa, accedemos al Norte, al verdor y humedad del bosque. Con un descenso rapido vamos perdiendo metros en nuestro acercamiento a la entrada de la cueva, ayudados en los tramos mas comprometidos por cuerdas fijas que aportan bastante seguridad pues la pendiente es de vértigo

La Xana-Trasgu en acción. 
     Antes de empezar la actividad lei en una guia que a este maravilloso bosque solo le faltaban Gnomos y Elfos correteando por el, yo solo vi al Diañu Burlón y eso si, descubrí un extraño ser mitológico digno de estudio, al que denomine la Xana-Trasgu, digamos que torpe por naturaleza, asustadiza y capaz de reírse solo con el echo de abrazarse a un árbol o subirse a una roca, incluso sus continuos resbalones y tropezones le provocan continuas y sonoras carcajadas.
Los seres mitológicos.
           Tras un par de rapeles de emergencia, para evitar un resalte que de otro modo nos obligaría a un gran rodeo, nos plantamos ante el rapel de acceso a la boca de la cueva, aun en el exterior y muy bonito por el entorno, con el abandonamos el bosque y nos adentramos en el mundo pétreo. Un pasamanos nos ayuda a realizar una travesía con la que ganamos altura sobre el cauce, ya que este se precipita al interior de la cueva atendiendo a la llamada de la fuerza de la gravedad, nosotros con el animo de adentrarnos tras el montamos un rapel que nos deposita en el lecho del río que seguiremos a través de la oscuridad.
Cuidado con la cuerda, muerde.
       Los rapeles se van sucediendo uno tras otro a la misma velocidad que la luz natural va desapareciendo, pasillos inundados y pozas mas o menos grandes van adornando el recorrido, en el que hay varios bloques empotrados a diferentes alturas sobre nuestras cabezas, en ellos adivinamos los restos de importantes riadas, algunos troncos de arboles arrastrados por el agua están a unos seis o siete metros por encima del cauce. Las rocas se muestran totalmente pulidas por la erosión y la velocidad del agua en crecidas. A lo largo del descenso nos encontramos multitud de instalaciones que dan acceso a las cabeceras de los rapeles en función del agua que lleve el río, además de otras muchas que son utilizadas en caso de rescates para realizar tirolinas o desviar el rapel del chorro de agua.
Buen ambiente en las cabeceras de rapel.
      La oscuridad es tal que cualquier atisbo de luminosidad es rápidamente detectado, así al aproximarnos a la salida descubrimos la luz y poco a poco avanzamos hacia ella. Pero salir no es tan sencillo como ver la luz, aun nos quedan un par de rapeles y algunos destrepes que encadenan pozas cada vez mas profundas, en las que el agua se cuela en los trajes de neopreno y donde nos damos cuenta de la temperatura del agua, que lleva un buen rato sin ser calentada por los rayos del Sol.
El pequeño sifón de salida.
      La ultima atracción del descenso es un pequeño sifón que pasamos buceando, pues las condiciones asi lo permitían. Según el caudal es un punto muy a tener en cuenta, pues de sorprendernos podríamos llevar un buen susto. A nosotros nos sirvió como preparación para el mítico sifón de la " Eme " en la cueva de Valporquero, actividad que realizaremos proximamente.
Pero........esto esta siempre así de frío?.
     Al salir el bochorno nos recuerda que estamos en verano y que el frescor del interior nada tiene que ver con la temperatura del exterior.
     En la gran bóveda final, que ya dejamos atrás, vuelan los cuervos asustados y se oyen fantasmagoricas carcajadas de la Xana-Trasgu distorsionadas por el murmullo del agua y los abismales alaridos del Diañu Burlón al mojarse una y otra vez en la sucesión de pozas y cascadas  de aguas heladas que con anterioridad habíamos atravesado nosotros mismos. Hasta la próxima aventura acuática tendremos que conformarnos con pasar calor e intentar refrescarnos por otros medios mas civilizados, como la cerveza helada o la piscina.........o como mejor opción, una mezcla de ambas.
                                               No olviden hidratarse correctamente queridos amigos.
Últimos y refrescantes momentos de acción.



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